Hoy, en Historia de un Crack: Augusto Bianchini, el hombre de las mil giras, los habanos, el whisky, las trolas, la dureza y la tarde épica. Defensor o delantero, siempre a disposición del equipo.
Augustacho, Enano o Duro, cualquier apodo le cae a la perfección. Forjado, al igual que Moncho, en el fútbol infantil de Paraná y con paso previo por La Vagancia entre otros equipos, Bianchini llegó al Termidor en el verano 2014 con un sueño: ser campeón, ese que se le negó en el Apertura del mismo año cuando el Vinotinto fue segundo de Casa Rampoldi.
Pero un partido de ese certamen marcó un antes y un después en su carrera: un sábado 7 de mayo a las 17.34 en la cancha 2 de Náutico se puso más duro que nunca. Tomó el balón detrás de mitad de cancha y encaró, encaró y encaró a pesar de no estar acostumbrado a eso sino a que las prostitutas se le regalen. Trabó, trabó nuevamente y finalmente trabó con el arquero para quedar frente al arco, empujar el balón y asegurar el triunfo del Vinotinto frente a Ashton Kutcher que lo ubicó en lo más alto del torneo. El final ya es conocido.
El Duro en la Fiesta de Disfraces en Paraná |
A partir de allí comenzó su debacle. Habanos, whisky, líneas blancas y continuos accesos a burdeles con presencias femeninas de alto costo fueron el cóctel que lo hizo entrar en un bache muy profundo. Pero el Duro renació y, tras la obtención de la Copa Calila, va por el segundo título con la casaca bordó. En el presente torneo se vistió de héroe en la victoria frente a Puro Movimiento cuando marcó el segundo gol con una definición exquisita y sin aire, ese que perdió hace varios años y todavía no encontró.
Y como no fue casualidad, hace dos semanas anotó otro golazo partiendo de la raya (su fiel amiga), y eludiendo dos rivales que parecían conos ante los quiebres de cintura de Augustacho. Finalmente, el multiposición la clavó en el palo más lejano del arquero que nada pudo hacer.
Y como no sólo se destaca en el fútbol y en la joda, hay que señalar su excelente mano para los trabajos eléctricos donde tiene un récord de 87 veladores reparados en una hora, marca que logró el 27 de enero en el sótano de su casa y superó al ruso Vladimir Kirilenko quien había arreglado 64.
En franco ascenso, con el cuchillo entre los dientes, el marcapolo en el bolsillo y el bisturí en mano por si hay que operar rivales, no se olviden de Augustacho.
AYYYYYYY AUGUSTOOOOOOO, LA PUTA QUE TE PARIO, QUE ROSKA QUE ME DASSSSSSSSSSSS, AUGUSTOOOOOOOOOOOOOOO!
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